La Saeta.
Caballos, vino, flamenco, gastronomía y un valioso patrimonio histórico. Diversas culturas habitaron esta tierra cuyas huellas aún permanecen hoy en día. Su historia se manifiesta en el trazado urbano jerezano, con angostas calles y nombres que no ofrecen ninguna duda de su pasado judío.
El libro del repartimiento de Alfonso X “El Sabio” señala noventa casas asignadas a los judíos, destacando en la aljama la presencia de hasta tres rabinos.
En la provincia gaditana ubicamos otras localidades con un pasado relevante sefardí, como es el caso de Arcos de la Frontera, Medina Sidonia, El Puerto de Santa Maria, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz y Vejer de la Frontera.
Jerez de la Frontera, como todas las poblaciones del Bajo Guadalquivir, fue tocado irremediablemente por la explosión antijudía de 1391.
La calle Honsario formaba parte del antiguo fonsario de los judíos, concedido después de la Reconquista a la aljama por el rey Alfonso X “El Sabio”.
La influencia sefardí se extiende hasta la saeta, donde el escritor israelita “Medina Azara” dijo, que la saeta era cantada por los cristianos nuevos – recién conversos – para aumentar la poca confianza que puso la Iglesia en su cristiandad, ya que este canto reúne en sí mismo la máxima devoción a Cristo y a la más terrible desesperación del judío obligado a optar entre la conversión o el exilio.
LA SAETA
La saeta, la creación más grandiosa y genial de la música popular andaluza, fue ejecutada por los marranos. Es la oración que los judíos conversos cantaban para aumentar la poca confianza que puso la Iglesia en su cristiandad.
La saeta andaluza, deriva básicamente de las músicas religiosa judía, a la que debemos agregar la árabe (almuédanos de las mezquitas de Córdoba, Granada), y cristiana (Rosarios de la Aurora).
De la simbiosis de dichas músicas impregnadas de las melodías, sentimientos y manera de ser del pueblo andaluz, dan origen a través del tiempo a la saeta primitiva (llanas) de Marchena y Arcos de la Frontera, y posteriormente se va aflamencando quedando totalmente desarrollada y estructurada como se conoce en la actualidad (barroquista), que sonando en boca del cantaor o saetero, se alza y muere en las alturas.
La influencia sefardí se extiende hasta la saeta, donde el escritor israelita “Medina Azara” dijo, que la saeta era cantada por los cristianos nuevos – recién conversos – para aumentar la poca confianza que puso la Iglesia en su cristiandad, ya que este canto reúne en sí mismo la máxima devoción a Cristo y a la más terrible desesperación del judío obligado a optar entre la conversión o el exilio.
LA SAETA
La saeta, la creación más grandiosa y genial de la música popular andaluza, fue ejecutada por los marranos. Es la oración que los judíos conversos cantaban para aumentar la poca confianza que puso la Iglesia en su cristiandad.
La saeta andaluza, deriva básicamente de las músicas religiosa judía, a la que debemos agregar la árabe (almuédanos de las mezquitas de Córdoba, Granada), y cristiana (Rosarios de la Aurora).
De la simbiosis de dichas músicas impregnadas de las melodías, sentimientos y manera de ser del pueblo andaluz, dan origen a través del tiempo a la saeta primitiva (llanas) de Marchena y Arcos de la Frontera, y posteriormente se va aflamencando quedando totalmente desarrollada y estructurada como se conoce en la actualidad (barroquista), que sonando en boca del cantaor o saetero, se alza y muere en las alturas.