El judío, Jesús de Nazaret.
Jesús de Nazaret no fundó el cristianismo (ni ninguna otra religión).
Al abordar la escritura de este artículo parto de la premisa de que Jesús de Nazaret es un personaje histórico que nació judío, vivió como un judío, murió siendo judío y jamás fundó una nueva religión ni dejó instrucciones para que sus seguidores (judíos en su mayoría) lo hicieran.
Si partimos de una objetividad no sometida a credos impuestos en base a la fe, nada apunta a que la intención de Jesús de Nazaret fuera fundar una nueva religión.
Si partimos de una objetividad no sometida a credos impuestos en base a la fe, nada apunta a que la intención de Jesús de Nazaret fuera fundar una nueva religión.
El hijo de José y de María nació y murió judío, nunca dio muestras de querer reemplazar el judaísmo por otra religión y su actitud fue la de un judío que tuvo el arrojo de mostrarse crítico con la religión de sus padres al aportar propuestas innovadoras (nunca pagó el diezmo, no respetaba el sábado, no cumplía con ninguna purificación, hablaba a solas con las mujeres…) que el judaísmo tradicionalista consideró inadmisibles, tanto que incomodaron al mismísimo emperador romano Tiberio quien, temeroso de una sublevación en Judea (por entonces una provincia romana) incitada por un hombre que movilizaba a las masas y desafiaba a la autoridad imperial, ordenó a Poncio Pilatos, gobernador de Judea, que se aliara con las autoridades judías con el resultado de que Jesús acabó siendo ejecutado bajo la acusación de sedición.
¿Quien fundó entonces el cristianismo?
No hay constancia escrita de que Jesús dijera algo así como: «Pedro, quiero fundar una nueva religión a la que llamaré cristianismo y a ti te encomiendo que hagas realidad mi deseo», pues si esta hubiera sido su voluntad, sin duda lo habría manifestado de un modo diáfano y no a través de alegorías, insinuaciones o ambigüedades que predispusieran a interpretaciones teológicas encontradas.
En contra de quienes tradicionalmente han propagado que Jesús fundó el cristianismo como una religión aparte del judaísmo, los datos históricos que han perdurado hasta nuestros días, invitan a considerar que tras la muerte de Jesús, sus seguidores nunca lo consideraron como un dios.
Sus inquietudes deontológicas le impulsaban a luchar por un mundo mejor donde todos tuvieran cabida en las condiciones más igualitarias e independientemente de su sexo, condición social o linaje. Igualmente, aunque animaba a sus seguidores a incumplir ciertos mandatos del judaísmo, nunca les instigó a que abandonaran su religión sino más bien a que lo enriquecieran a expensas de la misericordia, la justicia, la igualdad y el amor al prójimo.
No fue pues Jesús sino Pablo de Tarso quien inventó el cristianismo y lo difundió entre los judíos y los gentiles con gran visión de futuro en su estrategia organizativa, una pericia de la que adolecieron
No fue pues Jesús sino Pablo de Tarso quien inventó el cristianismo y lo difundió entre los judíos y los gentiles con gran visión de futuro en su estrategia organizativa, una pericia de la que adolecieron
El inicio del cristianismo
Pablo es sin duda la figura de mayor trascendencia para entender como surgió el cristianismo, un hecho que fue posible gracias a su labor de difusión de las enseñanzas de Jesús (a quien nunca llegó a conocer) propagándolas más allá de Galilea y Judea hasta llegar al Imperio Romano.
Pablo es sin duda la figura de mayor trascendencia para entender como surgió el cristianismo, un hecho que fue posible gracias a su labor de difusión de las enseñanzas de Jesús (a quien nunca llegó a conocer) propagándolas más allá de Galilea y Judea hasta llegar al Imperio Romano.
Acto seguido, se reelaboró en torno a la figura de Pedro una historia artificial que en Occidente aún prevalece hasta nuestros días.
Sin embargo, tanto esta manipulación como el hecho de que un emperador llamado Constantino unificara en una estructura piramidal al conjunto de comunidades religiosas seguidoras de la nueva religión, creando una Confederación de Iglesias mediante el Concilio de Nicea (año 325), nada interfieren en demostrar lo que ha sido el objetivo de este artículo, que no es otro que demostrar que no fue Jesús de Nazaret sino Pablo de Tarso quien fundó el cristianismo.
Sin embargo, tanto esta manipulación como el hecho de que un emperador llamado Constantino unificara en una estructura piramidal al conjunto de comunidades religiosas seguidoras de la nueva religión, creando una Confederación de Iglesias mediante el Concilio de Nicea (año 325), nada interfieren en demostrar lo que ha sido el objetivo de este artículo, que no es otro que demostrar que no fue Jesús de Nazaret sino Pablo de Tarso quien fundó el cristianismo.
ALBERTO SOLER MONTAGUD