Morir lo más natural del mundo.
Halloween no nos da miedo pero la muerte sí. Hace años que el día de difuntos, originalmente concebido para honrar a los muertos, se convirtió en “Halloween”. Y desapareció de un plumazo la palabra muerte. Halloween se ha consolidado como un día para salir a la calle a festejar. En familia, solo hablamos del disfraz que compraremos a los niños y niñas y de las actividades en las que les incluiremos. Entre tanto, los jóvenes debaten dónde y cuándo se organiza la fiesta más interesante o con más glamour. Solo los adultos llevamos flores a los cementerios y en algunos casos rezamos una oración. ¿Por qué perdemos la oportunidad de hablar con niños y jóvenes de la vida física y su final, de la vida biográfica y el sentido de trascendencia, con naturalidad? Miedo inoculado en viñetas Todos hemos visto esas viñetas: mujer cadavérica con manos huesudas y uñas largas, sujetando una guadaña en actitud de espera, para segar la vida de la persona que va a morir. No nos resulta fácil confiar en el